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sábado, 7 de marzo de 2015

Bardowl, el fin de una buena aventura

No siempre podemos dar buenas noticias para el mundo de los audiolibros. A finales del pasado mes de enero el servicio británico Bardowl tenía que cerrar.

El servicio que quería seguir la estela de Spotify en el ámbito de los audiolibros no ha podido mantenerse después de dos años y medio de actividad.

En junio de 2012 empezaba su andadura Bardowl con una oferta muy similar a la de Spotify, pero centrada en los audiolibros. Por unos 14 euros al mes de suscripción (9,99 libras esterlinas) tenías  acceso a toda la biblioteca de Bardowl que podías disfrutar mediante streaming haciendo uso de la correspondiente app, que en aquel momento sólo estaba disponible para iPhone y iPad. Además la app guardaba como "cache" una cantidad limitada a unas 3 horas de audio en el mismo dispositivo para que pudieras seguir escuchando el audiolibro aunque perdieras la covertura WiFi o 3G, al entrar en el metro o hacer una viaje mas o menos corto en avión. Contaba también con un apoyo importante en las redes sociales, desde la misma app podías no solo comentar con tus contactos el audiolibro que estabas escuchando o querías escuchas a continuación, también permitía que pudieras compartir con ellos hasta 30 segundos del audiolibro, tento en Facebook como en Twitter o LinkedIn.

Inicialmente su catálogo estaba centrado en títulos de negocios o autoayuda, como "Cómo hacerse rico" de Felix Dennis, "La sabiduría de las abjeas" de Michael O'Malley o "Cómo superar la ansiedad para tontos" (todos ellos en ingés, claro, ya que el servicio estaba centrado en el mundo británico), pero desde el principio su intención era la de ampliar su catálogo incluyendo también obras de ficción y otras temáticas de no ficción.

Y de las misma forma que sus autores remarcaban sus similitudes con Spotify, también mostraban sus diferencias con Audible. Y la principal era la de streaming frente a descarga que lleva acompañado casi de inmediato el modelo de suscripción frente al modelo de compra de un título. Se destacaba como ventaja de este modelo la no necesidad de invertir en un audiolibro completo que al final te puede gustar o no, enseñar o no, frente al poder disfrutar de tantos títulos como desees.

Además la app (el punto de interacción, al final, de los usuarios con el servicio) estaba bien diseñada y era fácil de usar, lo que es clave para la fidelización de los usuarios y la atracción de otros nuevos.

Como bien sabeis, creo que el modelo de Bardowl es el ideal para los audiolibros del siglo XIX.

¿Qué ha fallado entonces?

Bueno, lo primero es que hay que tener en cuenta que aunque una idea sea la mejor del mundo, esto no garantiza que sea un éxito. Tienen que reunirse muchas circunstancias para que un servicio triunfe, y esto es muy raro que suceda.

Pero hay algunas cosas que pueden haber condicionado el que Bardowl no haya encontrado su camino. Una de ellas y posiblemente la principal por todo lo que conlleva, es la reticiencia que existe aun hoy en dia, y por supuesto cuando Bardowl empezó, por parte de los poseedores de los derechos de las obras y productores de audiolibros al modelo de suscripción y streaming ¿cómo van a apostar por ese modelo cuando el de descarga está dando beneficios sustanciosos y el servicio que se está llevando el gato al agua es uno como Audible/Amazon?. Si, en el caso de la música ha habido éxitos, pero claro el medio circundante era y es muy distinto al de los audiolibros. Tened en cuenta el descalabro que año tras año viene sufriendo la venta de CDs y descargas de la música, además del fenómeno de la descarga y tráfico de música ilegal. Ahí existe una excusa más que atractiva para que los modelos de suscripción sean bienvenidos por los autores y productores. Pero ¿existe esta excusa en el caso de los audiolibros? No, sinceramente no. Aunque el tráfico de audiolibros ilegal empieza a aparecer, no hacemos más que ver que año tras año el mercado de los audiolibros no para de crecer, y lo hace con el modelo de descarga más o menos tradicional.

Y obviamente la falta de títulos en una oferta de suscripción es un problema muy serio.

Pero aun pareciéndome una buena idea el servicio de Bardowl, ¿de verdad tenía cabida en el mercado existiendo ya servicios de streaming como Spotify o Deezer? ¿De verdad los usuarios distinguen entre un servicio para música y uno para audiolibros?

A mi como productor de audiolibros y como usuario de ellos me parece que no.

Si quiero distribuir mis audiolibros por streaming (que ya vemos que es un caso extraño aun a dia de hoy) ¿por que habria de hacerlo en un servicio que aun es muy localista (sólo Gran Bretaña) y no tiene el alcance y penetración de un Spotify?. Y si soy un usuario ¿por qué habría de pagar dos suscripciones si con una tengo las dos cosas, música y audiolibros? (vale, aun no es tremendamente fácil encontrar audiolibros en Spotify o Deezer, o Rdio..., pero por lo mismo de antes)

En fin, que aunque el servicio bajo mi punto de vista tenía todos los puntos para ser ganador, no sólo el concepto de servicio es suficiente. Hay que tener muy en cuenta la circunstancia alrededor y cómo percibirán el servicio los proveedores y los usuarios. Claro, también es muy fácil hablar, como decimos aquí, a toro pasado.

En cualquier caso es una pena que desaparezca un servicio como Bardowl

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